-salud- digo mientras pongo en alto la copa de vino y la choco con la de la extraña con la que estoy platicando, y es irónico como una desconocida pasó de ser una desconocida a ser alguien con quien compartir tus penas.
-¿por qué- pregunto, como si no me sobrarán motivos.
- por el estúpido sufrimiento que no me a logrado vencer- aún.
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