Me incorporo en la cama con los ojos entrecerrados que se empiezan
a acostumbrarse a la luminosidad de la mañana.
Ya dispuesta para salir de la cama uso mis pantuflas para no
tocar el frio suelo que es común en las mañanas, me paro y hago mi camino
rodeando la cama dirigiéndome a mi closet. Lo abro y tomo un par de cosas, de
repente me sobresalto al oír otra respiración y giro mi cabeza lentamente, casi
sentía que un muñeco satánico me atacaría luego me percate de que Ian había dormido
aquí y sip, en definitiva debería dejar de leer libros de terror. Lo veo, se
encontraba semidesnudo recostado boca arriba, su pecho subía y bajaba con forme
a su respiración, su abdomen marcado secundaba esta función.
-¿Qué tanto miras Iss?- su voz sonaba ronca, incluso me atrevería
a decir que sexy.
Pronto el calor inundo mis mejillas y me voltee hacia el
armario para disimularlo y fingí estar ocupada decidiendo que vestir.
-Lo descarado que eres- le conteste al fin con un hilo de
voz.
-a mi no me parecía lo mismo- casi podía sentir su estúpida sonrisa.
Mire de reojo como se incorporaba perezosamente, se estiraba
cual gato con sobrepeso y no se como hacia que ni haciendo tal cosa se le iba
el estilo. Sonrió, ¡demonios!, me pillo mirándole.
-¡ponte algo!- dije arrojándole la primer prenda a mi mano.
Seguí en lo mío con el closet ignorándolo lo más que pude.
-Si, creo que no seré capaz de rellenar esto- lo que dijo me
desconcertó.
¿Rellenar el qué?, oh por dios, no, dime que lo que Ian trae
en las manos no es… Me gire para corroborarlo, ¡mierda!, de todas las benditas
prendas de el bendito mundo, ¿Por qué esa?, ¿Por qué malditamente tenia que ser mi sostén?
-Pero conozco a alguien que si- dijo observándolo.
-¿a si?- pregunte mas exasperada que avergonzada.
Me recorrió con la mirada de pies a cabeza, casi podía sentirme
casi victima de una violación de no ser por que el que lo hacia era Ian que
asta donde yo sabia era incapaz de hacer algo así.
-exacto- me respondió con una sonrisa coqueta.
¡Mierda!, el muy pervertido se estaba refiriendo a mi, el
calor inundo mis mejillas nuevamente.
-pervertido- le dije mientras arrebataba la prenda de sus
manos.
-tranquila Katzchen, que yo no dije nada- dijo sonriente.
¿Katzchen?, seh, en definitiva a este chico en verdad necesitaba
una visita a el psiquiatra, ya asta se empezaba a inventar cosas raras.
-Lo digo en serio, vístete- le recalque.
-tu mirada de hace rato decía todo lo contrario, Katz- dijo
divertido.
-tres cosas, la primera, solo observaba lo descarado que
eres, segunda, no me llames Katschem o como se diga y tercera, se me hace
absurdo tener una discusión de estas mientras andas semidesnudo por mi cuarto-
deje interrumpiendo mi ida al baño.
-se discute bien así Katzchen- dijo con una gran sonrisa.
-no m llames así- le repetí.
- lo que tu digas Katz-
si que sabia como sácame de mis casillas.
-eres increíble- le dije enfadada.
-se hace lo que se puede- me dijo fingiendo modestia, que
era por lo que los dos sabíamos algo de lo que carecía.
Me fui directo a el baño esta vez sin prestarle atención,
gracias a dios no dijo nada después de eso, pues estaba demasiado ocupado alimentando
a su ego que parecía que explotaría en cualquier momento, en verdad había días en
los que lo soporta y otros en los que quieres matarlo, vender sus órganos y
quemar el resto. En el baño tome una ducha rápida con agua fría para espabilar y
me vestí rápidamente para salir agarrando mi lizo cabello en una coleta alta,
este seria un día largo.
Al salir del baño me encontré a un Ian con pantalones pero
sin camisa, en cuanto me vio salir se aproximo al escritorio, tomo sus cosas y
entro al baño no sin antes giñarme un ojo, en verdad no tenia remedio, sonreí al
darme por vencida con el.
Abrieron la puerta sin avisar y Jazlen emergió de ella con una gran sonrisa, ella
siempre fue así sonreía el 90% de las veces y las otras se dedicaba a permanecer
serena.
-Hola issquiz- dijo con emoción, casi se me olvidaba lo
raros que podían llegar a ser sus apodos.
-hola Jaz- le respondí sonriendo.
-¿issquiz?- se sumo un Ian divertido.
-y el es…
-Un idiota- le respondí.
-discúlpala Jaz, es que issquiz puede llegar a ponerse un
poco refunfuñona por las mañanas.
-¿refunfuñona?, ni que fuera gato- les replique a ambos.
-si nada mas te falta ronronear- inquirió Jaz.
-en eso estamos- le dijo Ian y me dirigió una sonrisa
juguetona.
Que con lo “poco” malpensada que es Jaz, le tomo mas o menos
una decima de segundo captar el doble sentido de Ian.
-suerte con eso- le deseo a Ian con una sonrisa cómplice.
-gracias- le guiño un ojo.
Ian empezó a cerrar la puerta pero Jaz la detuvo con su pie.
-tranquilo tigre, quiero decir suerte, pero no ahora, ahora
necesitamos a Iss para ir a probarnos los trajes de damas de honor y tu vas con
los chicos- le dijo y intento llevarme con ella.
-nos podrías dar un segundo para charlar, asolas- le dijo
Ian, se lo agradecí por dentro.
-claro pero la quiero en cinco minutos abajo- dijo y se fue.
-un momento, a que se refiere la señorita “elmundoesfeliz.com”-
me pregunto tomándome del brazo yo me reí por como llamo a Jaz.
-hablo en verdad- me informo un poco exasperado.
-tu hablando en ¿verdad?, permíteme reírme- le dije lo cual
le exaspero mas, le estaba haciendo entender como se sentía ser el exasperado.
-ya, lo entendí, seré menos exasperante, ¿feliz?- me dijo.
-un poco y ella se refiere
lo de la boda tienes que ir a probarte el traje que Máyela confecciono-
su cara palideció.
-¿que no te lo dijo Cat?- le dije.
-algo así, pero me dijo que te ayudaría a salir de un apuro,
pero no crei que tu y yo…- no pudo terminar la frase.
Primero me quede un poco confundida y luego entendí a lo que
quería llegar con esto y me reí ante su absurda suposición.
-¿Qué es tan gracioso?- pregunto con el seño fruncido.
-no es nuestra boda- le saque de dudas.
Me pareció oírle soltar aire que había estado conteniendo,
no sabia si sentirme ofendida o seguirme riendo por su expresión.
-no estoy tan desesperada como para casarme contigo- le
dije.
-eso dices ahora, dentro de unos días me rogaras que te haga
un hijo- contrarresto.
-si, eso no te lo cree ni tu abuelita- le dije mirándolo como
si me diera pena.
-además, tu serias el que me rogaría que me casase contigo-
complete.
-es una apuesta- dijo y me ofreció la mano.
Era algo tonto incluso rosaba los limites de la locura, pero
seria entretenido.
-El que se enamore pierde- dije estrechando su mano con la mía,
acto seguido baje por las escaleras sin mirar atrás.
Que empiece
el juego Ian Maguire, esta vez me asegurare de no perder…